La tristeza es una herramienta que nuestro cuerpo utiliza para ralentizarse y tener espacio y tiempo de asimilar.
La depresión posvacacional es dura, pero no tenemos otra opción que atravesarla
En los días de retomar la rutina es normal sentir abatimiento, tristeza o desgana. Solo queremos dormir o ir a la playa o simplemente volver a estar de vacaciones. Y eso nos sucede porque la tristeza es una herramienta que nuestro cuerpo utiliza para ralentizarse y, de esa manera, tener espacio y tiempo de asimilar algo malo. Así de simple e inevitable.
La depresión no es una entidad en sí, sino el efecto de un fracaso, una derrota, una desilusión o una pérdida
La depresión posvacacional, concretamente, llega porque hemos perdido el tiempo de descanso y de libre albedrío. Como en cualquier pérdida, necesitamos hacer nuestro luto y, seguramente, pasaremos por todas sus fases:
1. Choque:
Negación y estupefacción que conllevan confusión y culpa. No puedo creer que se hayan acabado las vacaciones. Ya no sé trabajar. No lo voy a poder levantarme temprano cada día.
2. Conciencia de pérdida y protesta:
Frustración e impotencia que conllevan rabia y preguntarse ¿por qué? ¿Por qué se han acabado las vacaciones? ¿Por qué no puedo vivir sin trabajar? ¿Por qué tengo este trabajo?
3. Aislamiento y depresión:
Inactividad, abandono de las actividades cotidianas y de ocio, idealización de lo que se ha perdido. No, no me apetece nada salir. Sí, tendría que ordenar la casa y organizarme. En vacaciones hacía un clima perfecto.
4. Cicatrización y renovación:
Recuperación de la vida cotidiana y elaboración del dolor. ¿Has visto la cartelera de esta semana? ¿Quedamos para vernos? ¡Este año arranco mi proyecto!
Así que mejor tómatelo con calma y ralentiza para darle un poco de espacio y tiempo a la tristeza, pero no te pares
Y, si ves que la cosa se alarga demasiado, recuerda que hacer cosas te ayudará más que quedarte dándole vueltas.
Source: https://www.sesiestrategica.com/depresion-posvacacional-luto-tristeza-tiempo/